No
hay nada en el mundo que me guste más que las mujeres. Ni la literatura. Ni la música.
Ni el whisky. Nada en absoluto me gustan las diseñadoras, las reporteras,
las coordinadoras de editorial Televisa que al cruzar las piernas muestran sus
pantaletas blancas, las jefas de prensa de las disqueras, las bajistas, las
abogadas tijuanenses, las patinadoras, las publirrelacionistas, las bailarinas exóticas, las modelos de facebook,
las ficheras del dos naciones, las cocainómanas satelucas, las metaleras, las
contadoras de los bancos, las rockeras plásticas del bulldog, las punks del
chopo, las darquis gordas del under, las cajeras de cualquien supermecado, las que cortan cabello en las escuelas de estilista,
las secretarias de traje sastre y medias negras, las recepcionistas, las amigas
de mi novia, las novias de mis amigos, las diseñadoras gráficas.
Algunos piensan que esto es un exceso, otros que soy un jodido enfermo, otras
prefieren llamarme cabron hijo de puta la
verdad es que la cosa, sin adjetivos, es así y punto, tal
vez ustedes piensen que soy un sátiro pero No, todavía no merezco tan noble título,
aunque estoy trabajando en ello como no y prometo alcanzarlo muy pronto.